En “No se puede destruir el otoño”, Josefina Alegría reúne una serie de pinturas y dibujos realizados durante el confinamiento en Santiago y una residencia realizada por la artista en Japón. En ambos momentos aparece el dibujo como forma de digerir la realidad, contraponiendo experiencias donde, por un lado, todos los días son iguales y es necesario encontrar novedad en lo que vemos cotidianamente y, por el otro lado, esforzarse por procesar muchísima información diariamente y vivir el anhelo de que las cosas vayan más lento, por desacelerar, por parar y quedarse en un momento. En esta instalación, Alegría nos invita a reflexionar en el concepto de contemplar como una manera de estar presente.
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