En Montaje

2018

proyecto —

Residencia en el espacio

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Las residencias artísticas se articulan bajo un plan de trabajo que busca sacar a los artistas de su zona de confort – generalmente de sus talleres, pero también alejarse de sus ciudades o países – con el fin de confrontarlos a reflexiones sobre espacios, conceptos y materialidades a través de ejercicios visuales, y que estos puedan tener influencia en sus obras. Para acceder a ser parte de estas instancias, los participantes realizan postulaciones que son acogidas por los centros culturales o galerías que ofrecen estas residencias. Sin embargo, a pesar de ser oportunidades que tienen injerencia en el quehacer de los artistas, raramente son gestionadas como una experiencia de interacción de los artistas con redes profesionales en los lugares que visitan, perdiéndose la oportunidad de conexiones significativas que puedan tener incidencia en la visibilidad o el comercio del arte chileno.

Residencia en el espacio toma en cuenta las debilidades de estas experiencias creativas, entendiendo el potencial de estas al reformular el formato proponiendo trasladar una “escena nacional” por un tiempo determinado a producir y montar una exposición. La experiencia apunta a que el ejercicio planteado por las residencias sea realizado por un grupo de trabajo compuesto tanto por artistas, curadores y gestores cultural, los cuales en conjunto resuelven el ejercicio de creación a través de la colaboración y reflexión de forma grupal. El objetivo principal de este proyecto plantea que cada rol se haga cargo profesionalmente de su trabajo, obteniendo resultados tangibles que no solo se resuman a la creación de obras, sino que empujen el fortalecimiento de las vitrinas internacionales para el arte chileno a través de exposiciones, coloquios e investigaciones, solo posible gracias a la gestión de los actores detrás de los creadores.

Por otro lado, Residencia en el espacio propone formas de romper con la dinámica del campo artístico, donde los artistas sostienen mundos “endogámicos” y de trabajo en pares cercanos, muchas veces circulando a través de nichos universitarios o talleres, manteniendo limitadas las oportunidades que impulsen a trabajar con otros actores del campo. Desde esta misión, el proyecto responde a proliferar las instancias de profesionalización del trabajo colectivo de gestores, curadores y artistas, abriendo camino a colaboraciones a futuro, pues en su eje central se basa en la experiencia de convivir y hacer surgir nuevos lazos.

En el 2018, gracias a la gestión de Paula Cortés y la curaduría de Daniela Berger, las artistas Catalina Bauer, Loreto Carmona, Pilar Quinteros, Melania Lynch y Francisca Montes fueron parte del primer desembarco de esta residencia, que llevó el nombre de Instituto Nacional del Futuro Incierto y fue llevada a cabo en Moscú, Rusia.

La instancia puso en tensión las producciones artísticas de dos regiones muy distantes y diferentes, dando a conocer en Moscú, prácticas artísticas de mujeres de Chile, un país aún alejado de los circuitos tradicionales de las artes visuales, y poniendo en relevancia cómo este alejamiento, define y condiciona particularmente los patrones de producción. Asimismo, para las artistas nacionales, la posibilidad de participar en una instancia de exhibición y reflexión en torno al arte contemporáneo en una ciudad cada vez más importante dentro del circuito mundial.