Hay pocas cosas más comunes de vivir en el campo que encontrarse la pluma de un pájaro. Un hecho tan banal, sin embargo, involucra a agentes que responden a cuestiones de un sistema que funciona en cadena, o dicho de otro modo, a eventos relacionales donde cada ente atiende a ciertos estímulos que producen otros acontecimientos sucesivos, dependiendo uno del otro. En este caso, la naturaleza del ave comprende que, por el cambio de clima, debe mudar su plumaje.
La investigación de Dominique Serrano parte de la contemplación profunda de hechos insustanciales como estos, que, en conexión con otros sucesos, termina dando paso a una obra que encripta momentos de la vida. Se podría decir, por lo tanto, que lo vincular ahora en lo medular de su obra como una inquietud que opera tanto a nivel racional como irracional. Respondiendo, quizás, a una inquietante pulsión que atiende al deseo de explicarse así misma cómo funciona el mundo.
Cuando opera el lado más consciente en su trabajo, Dominique inicia su proceso de creación desde indicios gatilladores que involucran una relación entre dos o más sujetos. Imágenes del mundo real que devienen materialmente y que dan paso a obras “madres”, o que abren investigaciones. Cuando Serrano se rige solo por el impulso de experimentar, la exploración con la materia se apega a la intuición, deteniéndose únicamente a observar los cambios de ésta. Aun siendo un proceso unilateral, su lenguaje plástico siempre termina por remitir a organismos, los cuales nunca se presentan en modo individual. Es como si de alguna manera, sin buscarlo, su obra encuentra el modo de imitar aquello que lo provoca.
Las obras reunidas en esta muestra corresponden al trabajo más reciente de la artista, producido desde el año 2020 a la fecha. En ellas se ha tramado una reflexión de vivencias que encuentran conexión con lo colectivo. Concretamente, considerar el momento de crisis actual como un cambio de era, dirigiendo la atención a conceptos como lo cíclico, el paso del tiempo, el fin (o la muerte) y el regresar a un origen. La ramificación de estas ideas han encontrado su expresión en formas orgánicas, redondas, sinuosas, irregulares, repetitivas, trabajadas en el dibujo y la cerámica. Un lenguaje que vuelve en sí mismo con el fin de decodificar ese acontecimiento primario que nos envuelve a todos como masa, en unión, como cuerpo expansivo.
Abigail Valenzuela